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Los errores que todos cometemos al hacer la maleta

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Empacar debería ser una parte sencilla y emocionante de cualquier viaje. Sin embargo, para muchos, sigue siendo un dolor de cabeza que, si no se maneja bien, puede arruinar la experiencia antes de empezar. Después de varios viajes —y varios errores cometidos— he confirmado que hay algunos fallos que la mayoría de nosotros repetimos sin darnos cuenta.

Hoy quiero contarte cuáles son esos errores comunes al hacer la maleta y cómo podríamos evitarlos. Porque, a fin de cuentas, viajar ligero y organizado hace toda la diferencia.

1. Llevar más de lo necesario

Es tentador meter en la maleta «esa camisa por si acaso» o «ese tercer par de zapatos por si surge algo especial». Lo sé, lo he hecho. El problema es que esos «por si acaso» se acumulan hasta que la maleta pesa más de lo que podemos manejar cómodamente.

Mi consejo es sencillo: planifica tus días y lleva solo lo que realmente vas a usar. Piensa en prendas que combinen entre sí y que puedas repetir con facilidad. Al final, menos peso significa más libertad para moverte y disfrutar del viaje.

2. No revisar el clima antes de empacar

Este error es más frecuente de lo que parece. Uno se deja llevar por la idea general del destino: “en Cartagena hace calor”, “en Bogotá siempre hace frío”. Pero confiarse puede salir caro. ¿Qué pasa si justo esa semana llueve todos los días o si un frente frío baja la temperatura?

Antes de empacar, toma unos minutos para revisar el pronóstico. No solo te ayudará a elegir la ropa adecuada, sino también a empacar cosas útiles como una sombrilla o una chaqueta ligera que no habrías considerado de otro modo.

3. Empacar de forma desordenada

Parece que el método no importa mientras todo entre en la maleta, pero la verdad es que sí importa. Cuando empacas sin orden, no solo desperdicias espacio, también aumentas las posibilidades de que tu ropa llegue arrugada y tengas que perder tiempo acomodándola en destino.

Una técnica que funciona muy bien es enrollar la ropa en lugar de doblarla. Además, usar bolsas organizadoras puede marcar una gran diferencia: te permite mantener todo separado y encontrar las cosas mucho más rápido.

4. Olvidar lo esencial

Cuando vamos de prisa o confiamos demasiado en nuestra memoria, es fácil olvidar cosas básicas como cargadores, documentos o medicinas. Y lamentablemente, estos pequeños olvidos pueden complicarnos mucho más de lo que parece.

La solución es tan simple como efectiva: hacer una lista. Tener un listado con todo lo necesario (ropa, higiene personal, tecnología, documentos) ayuda a no dejar nada importante atrás. Además, repasar la lista justo antes de salir da tranquilidad.

5. No dejar espacio para lo que traes de regreso

Siempre pasa: al regreso, tenemos más cosas de las que llevamos. Entre recuerdos, compras o algún regalo, la maleta termina a reventar o, peor aún, toca comprar otra. Es un detalle que pocos consideran al salir de casa.

Mi recomendación es siempre la misma: deja un margen de espacio libre al empacar. También puedes llevar una bolsa plegable adicional, que no ocupa nada de espacio y puede salvarte si realmente compras más de la cuenta.

Hacer la maleta puede parecer algo menor, pero tiene un impacto directo en cómo comienza nuestro viaje. Empacar de forma práctica y consciente no solo evita problemas, también nos permite viajar más ligeros, más libres y, sobre todo, más tranquilos.

Viajar debe ser un placer, no una preocupación. Y la forma en que organizamos nuestra maleta puede ser el primer paso para disfrutar cada momento, desde el despegue hasta el regreso a casa.

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