¿Se avecina una nueva burbuja inmobiliaria?

La pregunta ha rondado con fuerza en los últimos meses: ¿estamos a punto de vivir otra burbuja inmobiliaria? Basta con mirar las noticias sobre la caída de ventas, el freno a la construcción y el enfriamiento de varios mercados para que salten las alarmas. Sin embargo, la respuesta no es tan simple. Aunque hay señales de preocupación, también hay fundamentos que muestran un panorama más equilibrado, al menos por ahora. El caso colombiano: una crisis, pero no una burbuja En Colombia, el sector de la vivienda no atraviesa su mejor momento. Las ventas cayeron un 17,7 % en el primer trimestre de 2025, mientras que la construcción de nuevas viviendas lleva 21 meses en caída. Esto ha encendido alertas en el mercado, especialmente en segmentos como la Vivienda de Interés Social (VIS), donde la reducción de subsidios y el encarecimiento del crédito han dejado a muchos compradores potenciales por fuera. Sin embargo, una burbuja inmobiliaria implica algo más que una desaceleración. Una burbuja ocurre cuando los precios se inflan de forma especulativa, sin respaldo en la demanda real ni en la capacidad de pago. En Colombia, a pesar de la caída en ventas, los precios no han explotado irracionalmente y, de hecho, los bancos han mantenido políticas de riesgo relativamente conservadoras. Además, entidades como BBVA Research prevén una recuperación gradual, impulsada por la reducción de tasas de interés y el crecimiento económico. Es decir, no estamos frente a una burbuja que esté a punto de estallar, sino más bien ante un ciclo de ajuste que exige adaptación y cautela. ¿Y en el resto del mundo? El panorama internacional es igualmente diverso. En Estados Unidos, por ejemplo, el mercado ha mostrado señales de enfriamiento, pero no de colapso. Las tasas hipotecarias se han estabilizado, la oferta sigue siendo limitada y no hay un exceso especulativo como el que precedió a la crisis de 2008. China, en cambio, sí enfrenta una situación más delicada. Su sector inmobiliario arrastra años de sobreoferta, endeudamiento excesivo y quiebras de grandes desarrolladores como Evergrande. Las proyecciones indican que los precios podrían seguir cayendo, y el impacto podría sentirse más allá de sus fronteras. En países como Irlanda o Canadá, algunos expertos hablan de sobrevaloración, pero las condiciones macroeconómicas siguen sosteniendo la estabilidad de sus mercados. Lo que sí empieza a preocupar, incluso en lugares como Estados Unidos, es el impacto del cambio climático. Algunas zonas vulnerables podrían ver caídas abruptas de precios por el aumento de costos en seguros y riesgos ambientales. ¿Estamos en riesgo de una burbuja inmobiliaria? La respuesta depende del lugar desde donde se mire. En Colombia, el mercado necesita ajustes, apoyo institucional y políticas más efectivas para el acceso a vivienda, pero no muestra señales claras de una burbuja especulativa. A nivel global, el panorama es mixto: algunos mercados corrigen, otros se recalibran, y unos pocos enfrentan verdaderas crisis. Lo cierto es que el sector inmobiliario ya no se mueve solo por ciclos económicos. Factores como el clima, la tecnología, la migración o las políticas fiscales están reconfigurando el mapa. Por eso, más que esperar una explosión repentina, lo que necesitamos es entender estos cambios y actuar con visión, realismo y buena información.
Los errores silenciosos que arruinan tu carro y cómo evitarlos

Hay cosas que dañan un carro poco a poco, sin ruidos, sin humo, sin explosiones. Simplemente un día el motor se apaga para no volver a encender. La mayoría de los dueños no lo ven venir, pero los mecánicos sí: son errores pequeños, repetidos, casi invisibles… pero que terminan costando millones. Hoy quiero hablar de esas fallas que, sin darnos cuenta, están reduciendo la vida útil de nuestro vehículo. No son mitos ni exageraciones. Están documentadas por expertos y respaldadas por cifras. Y lo más importante: todas pueden evitarse. Ignorar lo básico: el mantenimiento preventivo El aceite, los filtros, los niveles de refrigerante, el líquido de frenos… Parece simple, ¿cierto? Pero según talleres certificados en Colombia y datos de HowStuffWorks, una gran parte de las visitas por fallas graves se deben a falta de revisión básica. No hacerle mantenimiento regular al carro es como no cepillarse los dientes y esperar no tener caries. Puede que no se note al comienzo, pero el daño se acumula. Y cuando aparece, suele ser serio. Saltarse el cambio de aceite Pocas cosas dañan más un motor que dejar pasar el cambio de aceite. Muchos creen que si el carro “no suena raro”, todo está bien. Pero el aceite viejo deja de proteger, se espesa, acumula sedimentos… y eso va desgastando el motor en silencio. Agencias como AAA recomiendan no superar los 7.500 kilómetros entre cambios, y menos aún si el vehículo es usado o anda en ciudad. Además, prácticas como mezclar aceite nuevo con viejo o llenar por encima del nivel recomendado también causan daños. Conducir con alertas o luces fundidas Una luz encendida en el tablero no es un adorno. Si el “check engine” aparece, es porque algo no anda bien. Ignorarlo puede llevarte a problemas eléctricos o mecánicos mayores. Lo mismo pasa con luces exteriores: manejarlas fundidas, además de ilegal, es riesgoso y puede afectar la visibilidad y los sensores del vehículo. Neumáticos: más allá del dibujo Una llanta mal inflada o desgastada en un solo lado no solo afecta la conducción. También daña partes como la suspensión, los sensores ABS o el sistema de dirección. Algunos talleres reportan que incluso puede comprometer el diferencial en vehículos 4×4, algo costoso y complejo de reparar. Malos hábitos al encender o apagar el carro Acelerar el motor en frío, no dejarlo calentar, o apagarlo justo después de un recorrido largo… son gestos que parecieran inofensivos. Pero cada uno acorta la vida útil del motor. Al principio no se nota. Luego sí. Limpiar el motor sin cuidado Sí, un motor limpio luce bien. Pero si lo haces con hidrolavadora sin cubrir componentes eléctricos, puedes generar cortos o afectar sensores delicados. Lo recomendable es usar baja presión y proteger zonas sensibles. No detectar problemas internos a tiempo Estudios en Estados Unidos revelan que el 35 % de los accidentes por fallas mecánicas se deben a problemas con neumáticos, y el 22 % a frenos. Muchos de estos casos pudieron evitarse con inspecciones básicas. Lo mismo aplica con bujías, correas, combustible contaminado o sobrecalentamiento: son fallas internas que no siempre se “ven” pero que están ahí, creciendo. La diferencia está en lo que haces No necesitas ser mecánico para cuidar tu carro. Basta con estar atento, seguir las recomendaciones del fabricante y, sobre todo, no ignorar señales por pequeñas que parezcan. Muchos de estos errores no son por mal uso, sino por falta de información o exceso de confianza. Pero hoy, con la cantidad de herramientas disponibles y plataformas que facilitan revisar el estado de tu vehículo o conectarte con talleres confiables, no hay excusa para descuidarlo. Conducir un vehículo en buen estado es más que una responsabilidad: es una forma de cuidarte, cuidar a los tuyos y proteger tu inversión. Porque los errores más caros no siempre hacen ruido. A veces solo esperan a que los ignores.