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Cómo llegar a Sogamoso desde Bogotá, Villavicencio y Bucaramanga, y qué ver una vez estés allí

Sogamoso, conocida como la «Ciudad del Sol», es uno de esos destinos que mezcla historia, cultura y naturaleza en un solo lugar. Ubicada en el corazón de Boyacá, esta ciudad es punto de partida para recorrer lugares emblemáticos del altiplano cundiboyacense. Si estás planeando visitarla, aquí te contamos cómo llegar desde tres ciudades importantes y qué puedes descubrir una vez llegues. ¿Cómo llegar a Sogamoso? Desde Bogotá Esta es la ruta más común para visitar Sogamoso. Desde el Terminal de Transporte de Bogotá, varias empresas como Libertadores, Coflonorte o Flota Sugamuxi ofrecen servicios diarios hacia la ciudad. El viaje dura aproximadamente 3 horas y media, dependiendo del tráfico, y los pasajes rondan entre los $39.000 y $45.000. Si viajas en carro particular, debes tomar la vía Tunja – Duitama – Sogamoso. Es una carretera en buen estado, con una distancia aproximada de 200 km. Desde Villavicencio Aunque no hay buses directos desde Villavicencio, puedes tomar un primer trayecto hasta Bogotá (alrededor de 3 a 4 horas), y desde allí conectar hacia Sogamoso. Si prefieres conducir, la ruta entre Villavicencio y Sogamoso tiene unos 351 km de distancia. El viaje dura cerca de 6 horas y media y atraviesa varios peajes, así que es importante planear bien la ruta y los gastos de carretera. Desde Bucaramanga Desde Bucaramanga sí hay buses directos hacia Sogamoso, ofrecidos por empresas como Copetran y Concorde. El viaje dura entre 8 y 9 horas y los precios parten desde los $84.000. En carro particular, también puedes hacer este trayecto por carretera, aunque es largo y exige paciencia. Lo ideal es revisar el estado de las vías antes de salir y considerar hacer una parada en el camino. ¿Qué hacer y ver en Sogamoso? Una vez estés en Sogamoso, vas a encontrar mucho más que un destino de paso. La ciudad y sus alrededores ofrecen experiencias únicas tanto para quienes buscan cultura, como para los que quieren naturaleza o descanso. 1. Museo Arqueológico y Templo del Sol Este museo es uno de los lugares más importantes de la ciudad. Aquí se preservan piezas de la cultura muisca, y en él se encuentra una imponente reconstrucción del Templo del Sol, que representa la espiritualidad y sabiduría de esta civilización ancestral. 2. Parque de la Villa y Catedral San Martín de Tours Este es el corazón de Sogamoso. El parque es amplio y está rodeado de construcciones coloniales. Es ideal para sentarse un rato, probar algo típico o simplemente ver la vida local pasar. Al lado se encuentra la Catedral, uno de los íconos religiosos de la ciudad. 3. Cerro y Capilla de Santa Bárbara Para los que disfrutan caminar, subir este cerro es un buen plan. Hay senderos y, al llegar a la cima, puedes visitar la capilla y disfrutar de una vista panorámica de toda la ciudad. 4. Teatro Sogamoso Declarado monumento nacional, este teatro es un símbolo del arte y la cultura local. Si tienes la suerte de coincidir con una obra o presentación, es una experiencia que vale la pena. 5. Excursión al Lago de Tota A menos de una hora de Sogamoso está el Lago de Tota, el más grande de Colombia. Su famosa Playa Blanca, con arena clara y agua fría, es un destino perfecto para relajarte, hacer picnic o deportes acuáticos. Es un plan ideal para combinar con tu visita a la ciudad. ¿Por qué visitar Sogamoso? Sogamoso no es solo un punto en el mapa. Es un lugar donde la historia indígena, la tradición religiosa y la naturaleza se encuentran. Ya sea que vayas por unos días o como parte de una ruta por Boyacá, esta ciudad tiene mucho para ofrecer. Además, su ubicación estratégica la convierte en una base ideal para explorar otros pueblos cercanos como Nobsa, Monguí, Iza o Aquitania. Desde LaGuíaTurismo te invitamos a que armes tu ruta, prepares tu cámara y vivas una experiencia auténtica en Sogamoso. Ya sea que llegues desde Bogotá, Villavicencio o Bucaramanga, el viaje vale totalmente la pena.

Cómo implementar prácticas ecológicas en tu negocio

Hoy más que nunca, la sostenibilidad dejó de ser un lujo para convertirse en una responsabilidad. No importa el tamaño de tu empresa ni el rubro en el que te desempeñes: incorporar prácticas ecológicas ya no es solo una forma de cuidar el planeta, también es una estrategia inteligente para conectar con un consumidor más consciente y exigente. Desde mi experiencia observando cómo evolucionan las marcas y lo que esperan los clientes actuales, estoy convencido de que el cambio empieza por decisiones simples pero significativas. No se trata de reinventarlo todo de golpe, sino de ajustar el rumbo hacia una forma de hacer negocios más respetuosa con el entorno. El empaque como primer mensaje ecológico Un punto clave —y muchas veces subestimado— es el empaque. Para cualquier producto, el empaque es la carta de presentación. Entonces, ¿por qué no convertirlo en un reflejo del compromiso ambiental de tu negocio? Hoy existen opciones biodegradables accesibles que pueden reemplazar el plástico tradicional: bolsas hechas a base de materiales vegetales, cajas de cartón reciclado, papeles compostables. Algunas marcas grandes, como Amazon o Nestlé, ya están avanzando en ese camino. Pero este no es un terreno exclusivo de las grandes ligas. Los pequeños negocios también pueden adoptar soluciones sostenibles sin complicarse demasiado. Cambiar el empaque no solo reduce residuos, también comunica una intención clara y directa: «nos importa el impacto que generamos». Productos pensados para durar Otra forma de hacer una diferencia es a través de los productos que ofrecemos. Un negocio comprometido con el ambiente piensa en toda la vida útil de lo que vende: de dónde vienen los materiales, cómo se produce, cuánto dura, y qué pasa cuando ya no se usa. Cada vez hay más consumidores que prefieren comprar menos, pero mejor. Valoran productos con materiales reciclados, ingredientes naturales, procesos responsables. No buscan la perfección, sino coherencia. Existen ejemplos inspiradores: marcas que crean cuero vegetal a partir de nopal, cosmética sólida sin envases plásticos, ropa hecha con fibras recicladas. Esto demuestra que innovar no tiene por qué ser costoso o inalcanzable. Lo importante es atreverse a pensar distinto. Una empresa verde empieza por dentro No podemos hablar de sostenibilidad solo hacia afuera. La transformación también debe vivirse hacia adentro. Una empresa que quiere ser ecológica necesita revisar sus hábitos cotidianos: el uso del papel, el consumo de energía, la gestión de residuos, incluso la forma en que se mueven sus colaboradores. Son acciones pequeñas, sí. Pero cuando se sostienen en el tiempo y se integran en la cultura del equipo, generan un impacto real. Además, estos cambios internos motivan al personal, mejoran la imagen de marca y demuestran que el compromiso ambiental no es solo un eslogan. No hay que hacerlo todo, pero sí empezar Sé que muchos negocios sienten presión por sumarse a la “ola verde” y a veces eso paraliza. El miedo a no hacerlo perfecto, a que sea costoso, o a no tener claro por dónde comenzar. Pero ser más sostenible no exige radicalismos. Exige intención, coherencia y pasos concretos. ¿El primer paso? Tal vez sea revisar el empaque, ajustar procesos internos o pensar una nueva línea de productos responsables. Cualquiera sea, lo importante es moverse. Porque no se trata de seguir una moda, sino de adaptarse a una realidad que ya cambió.

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